domingo, 8 de septiembre de 2013

Un beso cerraría este final


Desde que termine la universidad me he reencontrado con tiempo libre para hacer algunas cosas que fui postergando y con los fines de semana fuera de preocupaciones por entregas de taller y cosas típicas de la carrera. Practicamente desde que termine clase no he tenido fin de semana tranquilo... salvo este sábado que decidí quedarme en casa.

Estaba de lo más tranquilo echado en mi cama viendo televisión por la tarde hasta que sonó el teléfono. Mi mama contestó y se notó inmediatamente el cambio en su tono de voz y un trato cordial con la persona que estaba al otro lado. Deje de prestar atención a la llamada pues seguían hablando y me concentré en la tv nuevamente... hasta que se acercó con el teléfono a decirme que la llamada era para mi. Todo se me hizo rarisimo y mi única reacción fue la de llevar el auricular al oído. Escuché tu voz, tu inolvidable voz y me puse a reír. La conversación fue corta porque solo querías confirmar si estaba en casa y si iba a quedarme ahí para llegar en 30 minutos.

Y tal como dijiste, llegaste a mi casa a los 30 minutos, justo cuando mis papas estaban saliendo, lo que me hizo recordar el increíble afecto y buen trato que siempre has tenido con ellos. Una química natural y nada forzada que mis papas tienen con pocas personas. Dijiste que estabas de pasada porque habías quedado encontrarte con otra persona en una hora... pero con el transcurrir de la noche terminaste llamando a cancelar esa cita. Nos quedamos hablando tontera y media, como siempre, y filosofando cada cierto tiempo. Hicimos el típico repaso de las personas mas allegadas que teníamos en el cole y ver si alguno tenía novedades de ellos. Fuiste a "atacar" la alacena, como siempre, y termine dandome cuenta que ya era hora de pedir comida. La noche avanzó y siguió igual de genial. Hablábamos, comíamos, reíamos, hacíamos todo lo que no hicimos hace tanto tiempo. Estaba de regreso a épocas del cole! Había retrocedido 6 años al pasado! Realmente estaba disfrutando tu compañía en cada momento y sintiendo que los buenas épocas juntos habían regresado... pero era obvio que todo tendría un final. El tiempo avanzó y la noche empezaba a terminarse. Me pediste acompañarte hasta tu casa y, también como siempre, no pude negarte pedido alguno e incluso acepté llevar a mi mascota a pesar de que estaba lloviendo fuera. Empezamos a caminar y primero cruzamos el parque... yo iba lento como para poder hacer una fotografía mental de cada instante y no olvidarlo nunca. Seguimos avanzando y comenzaste a contarme la que, creo, fue la razón por la que fuiste a mi casa: tomaste la decisión de irte de Lima a finales de año. Era innegable y era una decisión tomada por las cosas que están pasando en tu vida. Todo en verdad era una especie de despedida anticipada.

Llegamos a tu casa y ambos queríamos quedarnos ahí, conversando, a pesar de la lluvia. Nos mirábamos y no sabíamos como despedirnos porque, en el fondo, ambos sabíamos que esta pudo haber sido la ultima vez que estemos así de cerca y así de unidos como en los viejos tiempos. Mi perro estaba incómodo por la innegable cantidad de gotas que tenia sobre el cuerpo y comenzó a ladrar. A falta de excusa para nosotros dejarnos ir, fue este animal el que nos hizo decir que era hora de irme. No se el momento exacto pero antes de darme cuenta ya estábamos frente a frente y nuestros brazos empezaron a buscarse para envolverse en por un tiempo indefinido. Fue uno de esos abrazos que hacen sentirlos de verdad. Nos miramos fijamente hasta que reaccionaste agitando la cabeza y dándome una palmada en la mejilla me dijiste que ya era hora de partir. Asentí con la cabeza, te volví a abrazar y emprendí mi rumbo con la plena seguridad de que si hubiéramos estado en otro tiempo u otro lugar, un beso cerraría este final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario