jueves, 7 de agosto de 2014

No me dejes olvidarte, por favor


Querida:
Te escribo mientras duermes, por si mañana ya no fuera yo el que amanece a tu lado.
En estos viajes de ida y vuelta cada vez paso mas tiempo al otro lado y en uno de esos, ¿Quién sabe?, temo que ya no habrá regreso.
Por si mañana ya no soy capaz de entender esto que me ocurre. Por si mañana ya no puedo decirte como admiro y valoro tu entereza, este empeño tuyo por estar a mi lado, tratando de hacerme feliz a pesar de todo, como siempre.
Por si mañana ya no fuera consciente de lo que haces cuando colocas papelitos en cada puerta para que no confunda la cocina con el baño, cuando consigues que acabemos riendonos después de ponerme los zapatos sin calcetines, cuanto te empeñas en mantener viva la conversación aunque yo me pierda en cada frase, cuando te acercas disimuladamente y me susurras al oído el nombre de nuestros nietos, cuando respondes con ternura a estos arranques mios de ira que me asaltan, como si algo en mi interior se rebelase contra este destino que me atrapa.
Por esas cosas y por tantas más.
Por si mañana no recuerdo tu nombre o el mío.
Por si mañana ya no pudiera darte las gracias.
Por si mañana no fuera capaz de decirte, aunque sea por ultima vez, que te quiero.

Definitivamente todas las enfermedades son desagradables, pero personalmente creo que aquellas que te limitan y te terminan encerrando en tu propio cuerpo, deben ser las peores.

Mi abuelo desde hace unos años tiene Alzheimer y, aunque lo sabíamos y está algo frenado con medicamentos, el avance es inevitable. Pasó de confundirse entre la casa en la que está a confundir en la ciudad en la que está (pese a que en algunas solo estuvo horas en toda su vida), pasó de pensar que yo aún seguía en el colegio a desconocerme por completo. Y no sólo pasa conmigo, también confunde a los demás, como a mi abuela con su mama o sus hijas con sus hermanas; se emociona cada que se entera que es bisabuelo o que sus nietos ya han acabado la universidad. Se deprime cuando se entera que alguno de sus amigos, hermanas o primos ya no siguen vivos; y se rehusa a creer que la fábrica y empresa, a la que le dedicó tantos años, ya no existe más. 

Quieras o no, los nietos venimos con el chip de que veremos el anochecer de la vida de nuestros abuelos, pero el sólo imaginar como esta mi abuela, que es la persona que más tiempo pasa con él, es un poco fuerte para mi. Me imagino lo pesado que debe ser ver como una persona que conociste en total plenitud, empieza a marchitarse de a pocos... y lo peor es saber que aún seguirá apagándose más. Pero sobre todo lo fuerte que debe ser que la persona con la que compartiste tu vida y viviste tanto, empieza a olvidarte de a pocos, así el dato curioso sea de que aunque no la reconozca igual intente enamorarla. 

Prefiero pensar de que él no es consciente de lo que pasa. Prefiero pensar de que no nota que no recuerda algunas cosas. Prefiero pensar que él no se da cuenta que cae en las trampas que le está poniendo su mente. Prefiero pensar que él despierta cada día con el mismo ímpetu y alegría de jugar el laberinto de recuerdos que su cerebro le plantea. Prefiero pensar que, a pesar de todo, él no esta sufriendo con esto.